Por norma general, los niños son enemigos declarados de la cebolla. Ya podemos pasarnos cocinando toda la mañana el guiso más extraordinario y suculento que nos podamos imaginar, que si a la hora de llevárselo a la boca el niño detecta tan siquiera una briznita de cebolla, lo rechaza automáticamente.
Yo fui una de esas niñas. Encontraba el trozo y mi vida se hundía, literalmente. Lo recuerdo bien, porque siempre fui muy quisquillosa con las verduras. Mi madre decía: «Pero si ni se nota, pruébalo y verás». ¿Que no se nota? ¡Ja! Por supuesto que sí, mis sentidos se abrían hasta tal punto que era capaz de oler un pedacito de cebolla en kilómetros a la redonda.
Pero existe una manera de cocinar la cebolla que hará que muchos niños acaben por no resistirse a ella: la cebolla caramelizada. Ya su propio nombre la convierte en algo más amable, incuso el niño puede sentir cierta curiosidad y, como está dulce, se convierte en una guarnición de lo más goloso.
Cebolla caramelizada
La Cebolla caramelizada es un recurso buenísimo para dar sabor a nuestros platos pero, ¿cómo hacerla correctamente? Esta receta fácil lo explica paso a paso