Estas croquetas se pueden convertir en las preferidas de vuestros niños. Tienen un sabor delicado, son cremosas por dentro, crujientes por fuera… y llevan algo que gusta mucho a los peques: jamón y queso.
Al llevar mozzarella, cuando las croquetas están recién hechas, nos podemos encontrar con esos hilos que se estiran y que son tan característicos de este queso cuando está fundido.
Se pueden congelar. Una vez rebozadas colocadlas en una bandeja cubierta con papel de horno, dejando un pequeño espacio entre cada croqueta. Cuando estén congeladas las podéis guardar en bolsas de plástico. De este modo, cuando las necesitéis, las tendréis separadas y listas para freír.
- 100 g de mantequilla
- 100 g de harina de trigo
- 1 litro de leche
- 120 g de jamón cocido
- 1 bola de mozzarella
- Nuez moscada
- Sal
- Huevo y pan rallado para el rebozado
- Aceite de girasol para freír
- Troceamos la mozzarella en trozos pequeños y la dejamos escurrir.
- Ponemos a calentar la leche en un cazo.
- Ponemos en una sartén amplia la mantequilla y dejamos que se funda poniendo la sartén al fuego.
- Una vez fundida incorporamos la harina y la rehogamos durante uno o dos minutos.
- Vamos añadiendo la leche, poco a poco, sin dejar de mezclar para evitar que se formen grumos.
- Añadimos la sal y la nuez moscada.
- Troceamos el jamón.
- Incorporamos el jamón y la mozzarella a la bechamel que tenemos en la sartén. Mezclamos bien y continuamos con la cocción unos minutos más.
- Ponemos la masa extendida en una bandeja y dejamos que se enfríe. Una vez fría formamos las croquetas y las pasamos por huevo y pan rallado.
- Las freímos en abundante aceite de girasol.
Más información – Palitos de mozzarella al horno
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