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Para acompañar carnes o pescados, como aperitivo e incluso en bocadillo. Cualquier excusa es buena para llevar estos pimientos asados a la mesa. Da igual cómo los presentemos porque van a gustar a todos, a niños y a mayores.
Se hacen despacio, en el horno, y obtenemos un resultado tan bonito como el que veis en la foto: unas tiras de pimiento de color rojo intenso con un sabor… ummm, delicioso.
Pimientos asados al aroma de romero
Para acompañar carnes o pescados, como aperitivo e incluso en bocadillo. Cualquier excusa es buena para llevar estos pimientos asados a la mesa.
- Ascen Jimenez
- Cocina: tradicional
- Tipo de receta: verduras
- Raciones: 4
- Tiempo total:
Ingredientes
- 4 pimientos rojos
- Aceite de oliva virgen extra
- Romero fresco
- Sal
Para el aliño:
- 1/4 de cebolla
- 2 dientes de ajo
- Aceite de oliva virgen extra aromatizado al romero
- Sal
Preparación
Precalentamos el horno a 200º.
Lavamos y secamos bien los pimientos. Con las manos, los untamos con aceite de oliva virgen extra. Los colocamos en un recipiente apto para horno. Ponemos las ramitas de romero en el recipiente y echamos sal a los pimientos.
Cuando el horno haya alcanzado los 200º introducimos nuestra fuente con los pimientos, a media altura. Pasados 25 minutos, con cuidado de no quemarnos, damos la vuelta a los pimientos. Dejamos que se cocinen otros 20 o 25 minutos más.
Una vez hechos los sacamos del horno y dejamos que pasen unos minutos para que se enfríen un poco. A continuación los pelamos y les quitamos las pepitas. Hacemos esto siempre sobre nuestro recipiente, en el que hemos asado los pimientos, para recoger el jugo. Si hemos obtenido trozos de pimiento muy grandes los cortamos en tiras y los vamos colocando en un recipiente de barro.
Troceamos nuestro cuarto de cebolla en juliana y la ponemos con los pimientos. Añadimos también los dos dientes de ajo, enteros y pelados.
Aliñamos todo con el propio jugo que han soltado en el horno y al limpiarlos, con un chorrito de aceite de oliva virgen extra y con un poco de sal.
Servimos templados o fríos. Se conservan varios días en el frigorífico, cubriendo el recipiente con papel film.
