Tan tierno, suave y esponjoso como si se tratara de un bizcocho de yogur. Pero establezcamos diferencias. El kéfir es también leche fermentada. Sin embargo, varía en sabor y en el tipo de fermentación. Este producto, de origen caucásico, tiene un pronunciado sabor ácido derivado de la fermentación de la lactosa por los gránulos de kéfir (levaduras y bacterias) El caso que un bizcocho es y por eso podemos acompañarlo o aderezarlo como queramos. ¿Chocolate, frutas…?
Tan tierno, suave y esponjoso como si se tratara de un bizcocho de yogur.
Ángela
Cocina: tradicional
Tipo de receta: desayuno
Tiempo total:
Ingredientes
200 gr. de harina
180 gr. de azúcar
1 cucharadita de levadura en polvo
90 gr. de aceite de girasol
2oo ml. de kéfir
4 huevos
la ralladura de un limón
50 gr. de almendra en polvo
una pizca de sal
Preparación
Separamos las claras de las yemas. Comenzamos a batir las claras con una pizca de sal. Cuando empiecen a montar, les añadimos 100 gr. de azúcar, poco a poco y sin dejar de batir, hasta que obtengamos un merengue firme. Reservamos.
Entonces batimos las yemas con el resto del azúcar hasta que empiecen a blanquear. En ese momento les añadimos la leche, la piel de limón, el aceite y la harina tamizada con la levadura. Mezclamos.
Cuando la masa esta homogénea, la mezclamos bien con las claras, integrándolas con movimientos envolventes para que no se bajen.
Vertemos la masa en un molde engrasado o cubierto de papel vegetal y la introducimos en el horno precalentado a 180 grados durante 30 minutos. Entonces, bajamos la temperatura a 165 grados y esperamos hasta que el bizcocho esté hecho. Ya se sabe, mejor recurrir a la prueba del palillo. Desmoldamos cuando se haya enfriado.
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