En esta época del año es normal que la fruta madure demasiado rápido. De ahí que nos guste tanto el postre de hoy: un crumble de verano, con nectarinas y albaricoques.
El crujiente de la parte superior lo vamos a preparar en un momento y con nuestras propias manos. O mejor aún, con las manos de los peques, si tenéis voluntarios que quieran ayudaros.
Se puede tomar tanto templado como frío. Y si lo acompañáis con una bolita de helado de vainilla tendréis un postre de restaurante.

- 300 g de harina
- 100 g de azúcar
- 180 g de mantequilla
- 700 g de fruta de verano muy madura (en mi caso, fresquillas y albaricoques)
- 80 g de azúcar de caña
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 20 g de mantequilla
- ½ limón (la piel rallada -solo la parte amarilla- y el zumo)
- 3 cucharadas de avellanas picadas
- Ponemos en un bol la harina, el azúcar y la mantequilla recién sacada del frigorífico y en trozos.
- Mezclamos con las manos hasta formar miguitas. Reservamos la mezcla.
- En otro bol ponemos la fruta sin huesos, pelada y en trozos. Ponemos sobre ella la canela, el azúcar, el zumo y la piel del limón y también unos trocitos de mantequilla.
- Mezclamos bien.
- Distribuimos esa mezcla de fruta en una fuente apta para horno.
- Sobre la fruta ponemos las migas de masa que hemos preparado en el primer paso.
- Espolvoreamos en la superficie los frutos secos.
- Horneamos a 180º (horno precalentado) durante 30 minutos aproximadamente.
Más información – Helado de nata y vainilla
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